La cebada se siembra en otoño o primavera, dependiendo de las condiciones climáticas y la variedad. La profundidad de siembra juega un papel crucial, generalmente entre 2 y 5 cm. El ciclo de crecimiento varía, pero desde la siembra hasta la cosecha, puede abarcar varios meses.
Los nutrientes clave para el cultivo de cebada incluyen nitrógeno, fósforo y potasio. Estos elementos son fundamentales para el desarrollo del tallo, las hojas y los granos. Un suministro adecuado de estos nutrientes contribuye a la calidad y cantidad de la cosecha.
El control de plagas como pulgones y enfermedades como el oídio es esencial. Se pueden aplicar métodos orgánicos o químicos según sea necesario para garantizar la salud de los cultivos.